Soledad
Otra noche mĂĄs
en mi cuarto vacĂo.
Estoy sentada en la cama,
muriendo de frĂo.
Por mis mejillas
caen lĂĄgrimas,
y por mis muñecas,
un tinte rojo, color vino.
Jamås olvidaré
el filo de aquel sacapuntas,
bailando al ritmo de la mĂșsicaâŠ
MĂșsica que sonaba en sintonĂa
con mi angustia.
Mientras me consumĂa la ansiedad,
alguien me susurraba:
âSaldremos de esto juntasâ.
Al darme la vuelta,
vi un espejoâŠ
y en él,
mi reflejo.
AhĂ entendĂ
que esto solo dependĂa de mĂ.
Solamente yo podĂa sacarme
de esta pesadilla
que parecĂa
no tener fin.
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