En la vastedad del cosmos y la complejidad de la existencia, la búsqueda de un propósito trascendental se convierte en un viaje filosófico fascinante.
Planteas la posibilidad de que cada individuo forje su propio propósito, una idea que resuena con la filosofía existencialista. En este enfoque, la responsabilidad recae en nosotros, como seres autónomos, para dar significado a nuestras vidas en un mundo aparentemente indiferente. La libertad de elegir nuestros propios propósitos implica una carga y un privilegio que nos desafía a explorar nuestras pasiones, valores y conexiones con el mundo.
Por otro lado, la noción de venir al mundo para cambiar algo, por mínimo que sea, alude a la posibilidad de un propósito más allá de la esfera individual. En este contexto, se sugiere que nuestra existencia está intrínsecamente conectada con la dinámica cósmica y que, de alguna manera, estamos destinados a ser agentes de cambio en el tejido del universo.
No obstante, existe también la perspectiva de la existencia sin un propósito predefinido, una noción que resuena con corrientes filosóficas como el nihilismo. Aquí, la vida se contempla como un fenómeno efímero, sin un telos o dirección inherente, lo que plantea la pregunta de si realmente necesitamos un propósito para encontrar significado en nuestra existencia.
En resumen, la significación de la existencia parece ser un viaje personal y colectivo, sobretodo si hablamos de filosofía (Ya que esta tiene muchas ramas y escuelas) Así que la respuesta depende de lo que creas... Donde la riqueza de la experiencia humana se encuentra en la diversidad de respuestas a una pregunta que sigue desafiando a la mente y el corazón de quienes se aventuran a reflexionar sobre ella. La conclusión, entonces, se revela como una obra en constante evolución, escrita por cada individuo y la colectividad en el vasto lienzo de la existencia.