Te sientes tan cansada
Tan desganada
Pero también llena de ira y dolor, una de tus tantas heridas supurantes.
que no cicatrizó
que no se perdió en el patrón de tu piel
que perduro
Porque tu batallas en una guerra que ya está acabada
Pero nadie te avisó que se termino
Nadie te dio la orden de bajar las armas.
De no empuñar un arma
Así que peleas contra ti misma cada que la cara del reloj se pone al revés y da la vuelta como la última vez
Como la última vez que luchaste
Como la primera vez que luchaste
Pero oh mi querido soldado
Oh Tu naciste con un cascó puesto
Oh tú naciste con una guerra incrustada
No se como pedirte que dejes de luchar
Por que sería como pedirle a un colibrí que dejara de volar
Porque te enseñaron lo áspero y afilado pero no lo suave e almidonado
Porque presenciaste la guerra que acabó con la paz
Por que viviste como un canino con bozal, agresivo, aprensivo con el cuerpo adolorido y una rabia que no podía ser tratada.
Lamento que no tengo un duelo que recomendar
Ni trofeo al cual ganar
Ni mérito con el que te pueda honrar
Ni fuerza con la que te pueda rivalizar
Solo tengo la calidez de mi presencia.
Y consuelo de mis versos
Pero si has de quedarte juro solemnemente
besar tus manos callosas de las millas de armas que has de portar
susurrar en tus oídos las palabras o oraciones más melosas e cursos para y por existir
Dormir a tu lado o tu costado que es lo mismo, para que sepas que mi presencia es permanente hasta el día en que decidas marcharte.
ahuecar tu rostro cada vez que te derrumbes y ocultar con mi cuerpo e sombra cada uno de tus fragmentos hasta que decidas armarte o reinventarte
Embriagarnos con la música, mientras bailamos por la cocina, donde en mi hombro recostarás tu cabeza al igual que yo.
Encender las luces de la casa cada vez que te vayas para que recuerdes el camino a casa
Siempre anhelante de ti, J.
siempre tuya